La fascitis plantar es una de las afecciones más comunes que afectan al pie, especialmente en personas activas, o que pasan largo tiempo de pie. Se caracteriza por presentar un dolor intenso en la zona del talón, que se origina por la inflamación de la fascia plantar; una banda de tejido que conecta el talón con los dedos del pie. Debemos buscar ayuda médica de inmediato ya que si no se trata adecuadamente por un profesional, esto puede limitar significativamente nuestra calidad de vida.
En este artículo exploraremos los diferentes enfoques de tratamiento para la fascitis plantar, desde opciones conservadoras como las infiltraciones y la fisioterapia, hasta las soluciones más avanzadas como la cirugía, esto dependerá de la gravedad de la afección. El objetivo primordial de estos tratamientos siempre será reducir el dolor, mejorar la función del pie y, sobre todo, prevenir recaídas para darle calidad de vida al paciente.
1. La exploración del paciente: El Primer Paso Clave
Antes de iniciar cualquier tratamiento, es fundamental realizar una exploración exhaustiva del paciente. Esta etapa es la más importante, ya que permite determinar el diagnóstico preciso y diseñar un plan de tratamiento personalizado.
Durante la exploración, el profesional de la salud evalúa la anatomía del pie, la biomecánica y los factores que pueden estar generando el dolor, como espolones calcáneos o atrapamientos nerviosos. Este enfoque asegura que el tratamiento sea el más idóneo en cada caso.
2. Infiltraciones: Alivio rápido para casos severos

Cuando el dolor es intenso, o los tratamientos iniciales no han dado resultados, las infiltraciones pueden ser una opción efectiva. Este procedimiento consiste en la aplicación de corticosteroides directamente en la fascia plantar, lo que reduce la inflamación y proporciona un alivio rápido.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso repetido de infiltraciones debe ser limitado. Un exceso de estos medicamentos puede debilitar la fascia plantar y aumentar el riesgo de complicaciones. Por ello, este enfoque se reserva para casos específicos y siempre, bajo la supervisión médica.
3. Plantillas a medida: Soporte personalizado.

Las plantillas hechas a medida son una de las herramientas más efectivas para tratar la fascitis plantar. Diseñadas por podólogos, estas plantillas están adaptadas a la anatomía única de cada paciente y tienen como objetivo dar soporte al arco del pie, reduciendo la tensión en la fascia plantar.
Además de aliviar el dolor, las plantillas ayudan a mejorar la biomecánica del pie, distribuyendo la presión de manera uniforme. Esto no sólo disminuye la presión de los nervios, sino que también libera la musculatura, previniendo futuras lesiones.
4. Fisioterapia: Movilidad y Reducción de la inflamación.

La fisioterapia es otro pilar fundamental en el tratamiento de la fascia plantar. Incluye la combinación de ejercicios de estiramiento para el tendón de Aquiles y la fascia plantar, lo que ayuda a mejorar la flexibilidad y reducir la tensión.
Además de los estiramientos, los fisioterapeutas utilizan técnicas como masajes, terapia manual y electroterapia para aliviar el dolor. En casos más resistentes, pueden aplicarse técnicas avanzadas como vendaje neuromuscular o las ondas de choque, que estimulan la regeneración de los tejidos y aceleran la recuperación.
5. Cirugía: La última opción
Cuando los tratamientos conservadores no han dado resultados después de 12 meses, la cirugía puede considerarse una opción. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este enfoque se reserva para casos graves, ya que conlleva ciertos riesgos.
Opciones quirúrgicas principales:
- Fasciotomía plantar: consiste en la liberación de la fascia plantar para reducir la tensión y el dolor. Aunque es efectiva, puede tener efectos secundarios como debilidad del arco o cambios en la biomecánica.
- Extracción del espolón calcáneo: si un espolón óseo está causando irritación o molestia en la fascia, puede ser necesario extirparlo. Este procedimiento suele combinarse con la fasciotomía.
- Descompresión del nervio tibial posterior: En casos donde hay un atrapamiento nervioso, se realiza un procedimiento para liberar la tensión en el nervio tibial posterior. Esto no solo reduce el dolor, sino que también mejora la capacidad del paciente para realizar actividades cotidianas o deportivas.
Recuperación y Rehabilitación:
La cirugía suele tener una tasa de éxito alta, pero la recuperación puede ser larga y requiere un enfoque multidisciplinario, ya que después de la intervención es fundamental seguir con un programa de rehabilitación que incluye; fisioterapia y el uso de plantillas personalizadas, para garantizar una recuperación completa y evitar recaídas.
Ten en cuenta esto:
Un enfoque integral es la clave, el tratamiento de la fascitis plantar es más efectivo cuando se combinan diferentes tratamientos. Las plantillas brindan soporte a largo plazo, la fisioterapia mejora la movilidad y reduce la inflamación, mientras que las infiltraciones ofrecen alivio rápido en casos severos.
La cirugía, aunque es efectiva suele ser la última opción recomendada, debido a sus posibles efectos secundarios. Lo más importante en caso de requerir ayuda profesional, es contar con un equipo que diagnostique la lesión adecuadamente y lleve a cabo un tratamiento personalizado; que se adapte a las necesidades específicas de cada paciente.
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